


Los flujos de remesas hacia América Latina se mantienen elevados y, en varios países, en récords recientes, lo que las convierte en una fuente crítica de ingreso para millones de hogares. En países receptores como El Salvador y Honduras, las remesas marcaron cifras históricas en 2024–2025, consolidándose como **motor del consumo familiar y representando una porción significativa del ingreso nacional **en varios casos. En Colombia las remesas crecieron de forma sostenida en años recientes, alcanzando niveles que explican una proporción histórica del PIB y la capacidad de ahorro de muchos hogares.
Al mismo tiempo, normas internacionales y actualizaciones regulatorias han puesto mayor énfasis en la transparencia y la seguridad de los pagos transfronterizos, reduciendo el riesgo de fraude y pérdidas para remitentes y receptores. Estas mejoras abren la puerta a que las remesas se usen no solo para consumo inmediato, sino para ahorro, inversión y protección contra shocks.
No obstante, este es un proceso complejo, pues, técnicamente, una remesa atraviesa varios eslabones: el remitente, el operador (empresa de remesas o banco), la infraestructura de pago entre países, y el canal final. En cada punto hay costos, demoras y riesgos. Cuando la ruta es opaca por ejemplo, cuando falta información útil sobre el origen o destino del pago, aumentan las posibilidades de errores o retenciones. Por eso la reciente actualización de estándares internacionales exige mayor transparencia en la información que acompaña los pagos, lo que mejora la trazabilidad y reduce fraudes.
La Financial Action Task Force ha recomendado las siguientes acciones para mejorar el flujo de remesas desde Estados Unidos:
Roles claros en la cadena de pago: Ahora queda mejor definido quién debe incluir la información correcta en un pago y quién debe mantenerla sin cambios. Esto ayuda a que, si surge un problema, sea más fácil saber a quién acudir y hace que los pagos sean más seguros.
Datos mínimos obligatorios y estandarizados: Para pagos internacionales entre personas por encima de 1.000 USD/EUR, el GAFI exige que siempre se envíen datos básicos como nombre, dirección y fecha de nacimiento. Esto simplifica el trabajo de bancos y operadores, acelera los envíos y ayuda a identificar claramente a quién manda y quién recibe el dinero.
Uso obligatorio de herramientas contra fraudes y errores: Las instituciones financieras deberán usar tecnologías que verifiquen que los datos del beneficiario son correctos. Así se reducen envíos fallidos y se protege al cliente. Muchas de estas herramientas ya existen y ahora serán un estándar.
Reglas para pagos con tarjetas: Las compras hechas con tarjetas de crédito, débito o prepago siguen exentas de estos requisitos, pero ahora la norma aclara mejor qué se entiende por “compra de bienes y servicios” para evitar confusiones.

El mercado global de remesas está valorado en alrededor de 700 mil millones de USD, y EE.UU. es uno de los principales países emisores. Ya es clara la importancia que tienen las remesas para América Latina y el Caribe y es por eso que el gobierno de Estados Unidos está buscando mejorar sus prácticas de transparencia y seguridad para lograr proteger este valioso mercado para tantas familias latinoamericanas. Estas son algunas de las regulaciones disponibles para este fin:
Ley Dodd-Frank y la CFPB (Consumer Financial Protection Bureau): buscan transparencia y protección al consumidor en las remesas.
Normas de AML / CTF(antiblanqueo y lucha contra terrorismo): los proveedores deben hacer due diligence, reportar actividades sospechosas y guardar registros.
Sanciones de la OFAC(Office of Foreign Assets Control): prohíben transacciones con países, entidades o personas sancionadas.
Incluso, las familias hoy cuentan con diversas herramientas para aprovechar mejor las remesas que reciben. Una opción es recibir el dinero directamente en una cuenta de ahorro, lo que reduce comisiones de retiro y permite activar planes de ahorro programado. También están las cooperativas y cajas rurales, que suelen ofrecer productos financieros más accesibles, con comisiones bajas, créditos pequeños y un enfoque cercano a la comunidad.
En muchos países, el uso de billeteras móviles y sistemas de pago instantáneo se ha vuelto común, permitiendo transferir, pagar y administrar fondos sin necesidad de manejar efectivo. A esto se suman los servicios de operadores acreditados, que brindan mayor seguridad: protección contra fraude, seguimiento de los envíos y, en algunos casos, mejores tasas o comisiones más competitivas.
Finalmente, la asesoría de ONG y grupos comunitarios juega un papel clave. Estas organizaciones ayudan a las familias a transformar las remesas en planes de ahorro o inversión, brindando orientación para que el dinero no solo llegue seguro, sino que también se convierta en una base para construir estabilidad a largo plazo. Las remesas son más que un flujo de caja: son un puente entre oportunidades. Para que ese puente sostenga algo duradero, debe apoyarse en rieles seguros y en decisiones informadas de las familias. Con las mejoras regulatorias y la oferta creciente de servicios responsables, cada envío tiene mayor potencial para transformarse en ahorro, inversión y resiliencia comunitaria para convertir la ayuda de hoy en la estabilidad de mañana.
Mejor gobernanza e inversión de EE. UU. consolidan a Latam como socio clave.
